Dos letras.

Breve cuento.

Me gustaría regalarte dos letras y esperar a que encuentres las demás.

Hoy conocí a Ximena, tiene 6 años, una gorra rosa, le faltan 4 dientes en medio de una gran sonrisa, piel morena, de esa que destella con el sol y un par de tenis sucios.

Ella trabaja en un semáforo donde la sombra es abundante, hay muchos arboles y cada que la luz se pone en verde, tiene espacio para sentarse en lo que espera la luz roja y vuelve a pasar entre los carros a ofrecer mazapanes.

-Hola le dije a su mamá. Soy maestra y quiero saber si me da permiso de darle clases a su hija, sólo sería 1 hora justo aquí en el semáforo donde usted pueda vernos.

- Si, maestra, dijo la mamá sin titubear, y volteo a ver a la niña, que ya dejaba ver su dentadura incompleta apretando los ojos con alegría.

Nos sentamos a la sombra de los árboles en medio de dos calles.

Paso uno
- ¿Sabes leer? Le pregunte
- No, pero sé escribir mi nombre. Me dijo muy segura.


Le di un lápiz y un papel, ella lo tomo como abogada a punto de firmar la sentencia, demostrando el poder que el estado le había concedido y escribió solo dos letras,
- Listo, volvió a sonreír y me miro firmemente.
- ¿Segura?
- Si, y esta vez utilizo su dedo para señalar dividiendo el sonido mientras leía su nombre en esas dos sílabas. Ella uso su dedo como concertista en pleno ensayo de orquesta.

Ximena esta convencida que en esos trazos había logrado escribir su nombre. Seguimos con la clase y me dije a mi misma, hay muchas cosas por pulir aquí, su confianza definitivamente no será una de ellas.

Paso dos

Personalmente es de mis momentos favoritos, hora de la interrogante estrella, que bien la podría intercambiar por ¿Para dónde va tu barco? ¿a que espacio volarás ? ¿Cuántas estrellas has logrado contar? ¿dónde aterriza tu avión? ¿para donde van tus alas? ¿Qué invento desarrollaras? Pero siempre termino vocalizando la misma cuestión

-¿Qué te gustaría ser de grande?

Ella no titubeo, ni pestaño, ella sonrío para ella misma, como si en su otra vida ya se hubiera visto, como si su trascendencia estuviera intacta, como si su mano ya hubiera cambiado vidas, sonrío para ella con satisfacción de haberlo logrado. Ella no temía la respuesta, y contesto con tal naturalidad, demostrando que diario practicaba la respuesta o soñaba con el mismo escenario.
De pronto sus ojos se abrieron y respondio….

- Voy a ser doctora

En ese momento, me quito mis palabras de maestra, y me desarmo, alentándome a impulsarla, me alimento con rabia de cambiar esos mazapanes por estetoscopios, y esa gorra por un uniforme blanco, me deshizo el querer compartir sus sueño, que yo quiero que me atienda y que me sane, Que quiero que se siente entre cirugías y no entre el vaivén de las luces de un semáforo, claro que lleno mi corazón de ilusión y mis ojos de esperanza, por que ella ya conoce dos letras de su nombre y yo le regalare otras dos y esperare a que encuentre las demás.

Por que yo acudo a ese semáforo sabiendo que solo estoy acompañando a una profesional en la salud caminando hacia su meta.

- Voy a ser doctora me dijo, y cambio mi día.

Jemima Peláez